Omar Adrián Serna Monsiváis
Abigail Yazmín Cruz Tenorio
Odette
Abisaí Coronado De Koster
Después
del título alarmista, mero tecnicismo burdo a la usanza de las lámparas y las
moscas (una disculpa), permítaseme explicar el porqué. Desde hace años se nos
ha bombardeado por televisión y otros medios las bondades de las lámparas
ahorradoras de energía para nuestra vida diaria y, sobre todo, a la economía de
nuestro hogar. La razón por la cual se nos exhorta a cambiar de bombillas es
porque el foco de luz incandescente hace un uso excesivo de la energía
eléctrica (con lo cual se abusa del recurso). Es cierto, siempre y cuando
ocupemos el mismo número de bombillas, que las lámparas ahorradoras (esas
lámparas de luz blanca de doble barra, circulares, etc.) producen un gasto
económico inferior.
El
posible riesgo a la salud se encuentra en qué como parte del mecanismo para
brindarnos luz, las lámparas ahorradores poseen mercurio en su interior. Si
bien el componente químico no es accesible normalmente al usuario y no es muy
numeroso, puede ser un problema si el foco se rompe y el dueño del foco se
expone a las partículas de mercurio que pueden dispersarse por el aire o quedar
difícilmente incrustados en una alfombra, etc. El mercurio tiene ciertos
perjuicios a la salud si es respirado, entra en contacto con la piel o cae en
los ojos, etc.
Ésta
advertencia es poco conocida por quienes poseen éste tipo de lámparas. Ahora
bien, esto no significa que debamos desechar la idea de poseer éstos dispositivos
ahorradores, simplemente nos invita a ser más cuidadosos con su uso y
disposición. A continuación colocaré una serie de instrucciones que el gobierno
del Reino Unido ha brindado a su población en caso de que una bombilla se
rompa:
Se recomienda
evacuar y ventilar por al menos 15 minutos una habitación en donde se haya roto
una de estas lámparas ahorradoras, después seguir estos 10 pasos en las
posibilidades de cada uno.
Ponerse
guantes protectores
Cubrirse
la boca
Conseguir
una caja no una bolsa
Recoger
los fragmentos grandes y ponerlos en la bolsa
Barrer
las astillas y pedazos pequeños con un papel o cartón.
Limpia
la zona usando un paño húmedo
Pon
el paño húmedo en la caja
Sella
la caja usando cinta adhesiva
Marca
el contenido en la caja usando un plumón
Lleva
la caja a un área donde traten los desperdicios.
Así,
tengamos cuidado y protejamos nuestra integridad física, sin tener que
prescindir de las bondades de ésta tecnología.
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